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  El cinismo en la crisis
 

 

REVISTA EDUCACIÓN FINANCIERA

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El cinismo en las crisis
 
María Escat Cortés.
Universidad Autónoma de Madrid. 
Madrid, España.


RESUMEN:
La crisis en la que se encuentra sumida el país, es fundamentalmente financiera, debido a que son las políticas bancarias las que han llevado a un elevado endeudamiento. A raíz de esto, surgen ya todas las consecuencias que derivan de esta crisis, como es la desconfianza en el sistema y la falta de empleo por la imposibilidad de contratar por parte de las empresas. Por este motivo hay que analizar adecuadamente el término “crisis” y profundizar en sus raíces para acabar con las especulaciones y buscar soluciones efectivas que lleven al país a una situación de estabilidad económica.
 
PALABRAS CLAVE: Crisis, cínico, bancos, sistemas financieros, empresas, personal.

 
La actual crisis que viene sufriendo nuestro país es fundamentalmente financiera. Las políticas monetarias de los bancos centrales de la Unión Europea y de los EE UU han mantenido durante muchos años tipos de interés excepcionalmente bajos, negativos en términos reales. Ello ha provocado una situación que ha hecho que nos endeudemos. La conclusión es obvia: la intervención pública no ha sido ajena a la creación de la burbuja financiera. Todo lo contrario. No sólo no ha estado lo suficientemente vigilante, sino que además la ha espoleado inyectando continuamente liquidez en el mercado. El sistema de incentivos generado animaba al endeudamiento y, aunque todos sabíamos que llegaría un final, pocos estaban dispuestos a dejar para otros el último euro o dólar de beneficios. Los bancos no han sido ajenos a la situación creada, en absoluto, ya que los bancos son creadores de dinero, a través de emisión de tarjetas de crédito, préstamos al consumo o a la inversión, y por medio de la concesión de hipotecas. De este modo, se ha generado una situación en la que todo ha contribuido a inflar la burbuja.
 
La crisis, entre otros efectos, ha generado desconfianza y ha contraído el crédito. Las políticas de salvamento de algunos bancos buscan devolver la confianza al sistema financiero para que pueda operar con la mayor normalidad posible y, cumpliendo uno de sus objetivos fundamentales, ofrecer créditos al consumo y a la actividad productiva. Por lo tanto, la crisis no tendría por qué afectar seriamente al sistema productivo. Y en algunos países no lo hace. Pero, desafortunadamente, la crisis se ha abatido sobre España como sobre pocos países, destruyendo más empleo que en ningún otro (en términos proporcionales).
 
Esta desconfianza (unidad a la destrucción de empleo) se ha trasladado –lógicamente- a las empresas. Recelosas de la situación laboral prefieren no contratar personal (pese a la más que evidente necesidad). Así lo demuestra la encuesta de población activa (EPA) en sus datos del tercer trimestre de 2010.
 
Así:
 
  • El tercer trimestre de 2010 registra un nuevo incremento de la ocupación, de 69.900 personas, llegando hasta 18.546.800 ocupados. La tasa interanual de variación del empleo es del –1,71%.
  • Dado que la población activa permanece prácticamente inalterada este trimestre, el aumento del número de ocupados se traduce en un descenso muy similar del paro, que baja en 70.800 personas, lo que sitúa el total de desempleados en 4.574.700.
  • La tasa de paro desciende más de tres décimas y se sitúa en el 19,79%. Por su parte, la tasa de actividad continúa por encima del 60%, prácticamente igual que en el trimestre anterior.
  • La evolución del mercado laboral ha sido más favorable para los varones que para las mujeres en este trimestre, tanto en lo que respecta a la ocupación como al paro. Por edades, el empleo se incrementa en los menores de 25 y los mayores de 44 años.
  • El sector Servicios presenta 144.000 ocupados más. El resto de sectores pierde empleo.
  • Los asalariados con contrato temporal aumentan en 127.800 este trimestre, mientras que los asalariados con contrato indefinido bajan en 34.900.
  • El número de hogares con todos sus miembros activos en paro desciende en 15.900 en el trimestre y se sitúa en 1.292.300. Es el primer descenso que se observa en este indicador desde 2007.
  • Por comunidades autónomas, la tasa de desempleo oscila entre el 9,98% del País Vasco y el 28,67% de Canarias. La de actividad fluctúa entre el 51,83% de Principado de Asturias y el 68,13% de Illes Balears. Este trimestre se observan grandes diferencias en la evolución del empleo y del paro. Así, la ocupación crece en 34.500 en Cataluña, pero baja en 43.400 en Andalucía. El paro disminuye en 18.000 personas en Comunidad de Madrid, pero se incrementa en 25.500 en Andalucía[1].
 
La pregunta de por qué no se contrata personal en las empresas parece tener una clara respuesta, sin embargo, podemos encontrar otras causas adicionales que planteo en forma de pregunta:
 
  1. ¿Se deja de contratar personal argumentando además de las razones del mercado que no se necesitan profesionales de valía y de ahí la escasa o nula contratación?
  2. ¿Se deja de contratar personal argumentando que “con los que somos sacamos el trabajo adelante”?
  3. ¿Se deja de contratar personal argumentando que “nuestra empresa funciona bien”?
  4. ¿Se deja de contratar personal necesario y luego se presume diciendo que se buscan talentos para incorporar a las empresas?
 
La palabra “crisis” proviene del latín “crisis” y hace referencia a la situación de una persona enferma que, como tal, tiene dos opciones o bien se muere, o bien permanece vivo.
 
Me voy a permitir la licencia de contar una anécdota sucedida recientemente cuando un Director de RRHH de una importante entidad financiera recibió el premio al “Mejor Directivo del Año”. El Premio al Mejor Directivo del Año se otorga a aquellas empresas que mejor han sabido motivar a su personal, que mejor cuidan a su personal y, en definitiva, que obtienen mayores ingresos financieros, porque lógicamente cuando el personal de la empresa se encuentra a gusto trabajando en ella, se trabaja mejor y ello, suele redundar en un mayor margen de beneficio para la empresa. Cuando dicho directivo recibió el consabido premio, alardeó de no haber realizado ningún esfuerzo superior al de cualquier otro contrincante, que él al fin y al cabo no entendía el porqué de que dicho premio recayera en su empresa. Paralelamente a su discurso en la entrada del recinto en el que se celebraba la entrega de dicho premio, pude presenciar como un grupo organizado de clientes de dicha entidad protestaba con pancartas por sentirse estafados ante un determinado producto (fondo de inversión) que dicha entidad ofrecía. El Director, ajeno a los hechos que acontecían, repitió: “nuestra empresa va bien”, “somos los mejores y así lo demuestra mi equipo con su trabajo”. Es curioso porque el Director de RRHH de esta misma entidad bancaria es, a su vez, el Director de Calidad de Servicios de la misma. Dejo la pregunta abierta: ¿murió o se quedó vivo nuestro amigo?

Tras escuchar estas palabras y ver la situación de la entrada del hotel, la pregunta que algunos de los que estábamos allí nos hicimos fue: ¿cómo es posible que alguien viva tan ajeno a lo que sucede en su propia empresa? Y ¿qué encima diga que su empresa va bien? ¿Cómo es posible que se pueda ser tan cínico? Y digo cínico porque –como define el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua:
 
 (Del lat. cynĭcus, y este del gr. κυνικς).
1. adj. Que muestra cinismo ( desvergüenza). Mirada, alegría cínica.Apl. a pers., u. t. c. s.
2. adj. Impúdico, procaz.
3. adj. Se dice de cierta escuela que nació de la división de los discípulos de Sócrates, y de la cual fue fundador Antístenes, y Diógenes su más señalado representante. U. t. c. s.
4. adj. Perteneciente o relativo a esta escuela.
5. adj. desus.desaseado.

Y, tomando el sentido de cinismo:
(Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμς).
1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
2. m. Impudencia, obscenidad descarada.
3.m. Doctrina de los cínicos ( pertenecientes a la escuela de los discípulos de Sócrates).
4. m. desus. Afectación de desaseo y grosería.

Por tanto, sí, me atrevo a decir cínico refiriéndome a la imprudencia del acto del susodicho directivo.
 
Sin embargo, los cínicos fueron los discípulos de Sócrates cuyos fundadores más destacados fueron Antístenes y Diógenes. Hablamos de una escuela creada durante los siglos III y IV antes de Cristo cuya filosofía perduró hasta el siglo V. Se denomina escuela cínica (del griego κυων kyon, ‘perro’), denominación despectiva por su frugal modo de vivir, a la fundada en Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C. Reinterpretaron la doctrina socrática considerando que la civilización y su forma de vida era un mal y que la felicidad venía dada siguiendo una vida simple y acorde con la naturaleza. El hombre llevaba en sí mismo ya los elementos para ser feliz y conquistar su autonomía era de hecho el verdadero bien. De ahí el desprecio a las riquezas y a cualquier forma de preocupación material. El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. Figuran en esta escuela, además de los ya citados, Crates de Tebas, discípulo de Diógenes, su esposa Hiparquía, y Menipo de Gadara. Como curiosidad decir que las reuniones las celebraban en un gimnasio ya que estaban en contra de la escuela además de repudiar las ciencias, las normas y las convenciones.
 
Es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría, la liberación del espíritu y el logro de la virtud. Son estos rasgos importantes los que diferencian al cinismo de otros movimientos de la filosofía. La escasez está indisolublemente ligada a esta filosofía. Los cínicos se desprenden de sus bienes para no sentir apego por ellos. Son ajenos a los placeres para no ser sus esclavos.
 
El cinismo es una forma de vivir, pensar y expresarse diferente; una crítica admirable a la estupidez humana.
 
¿Cómo reconocer a un cínico? Los cínicos tendían a identificarse con la figura del perro. Usaban barba, llevaban alforja y cayado y practicaban juegos de palabras a manera de metodología: a aquellos que proponían ideas y teorías incomprensibles, ellos ponían el gesto, el humor y la ironía. Ninguna actividad le repugna: será patrón de una taberna y, si es necesario, encargado de un burdel, pregonero e incluso, si se quiere, recaudador de impuestos. Ladrón, habituado a las comisarías y a los guardias civiles, a menudo se lo encuentran locuaz, en la plaza pública, a menos que se convierta en abogado de todas las causas, aunque sean las más indefendibles. Prestamista con fianza, tiene además la soberbia de un famoso y no cuesta mucho imaginarlo. Para completar el cuadro, no olvidemos que el cínico deja sin sentir vergüenza que su madre se muera de hambre…
 
Evidentemente, pensar hoy día que porque alguien lleve barba, alforja y cayado sea un cínico resulta –como mínimo- inadmisible, pero sí creo que en el actual mundo empresarial existan directivos locuaces, abogados de causas indefendibles –siempre y cuando sus intereses propios estén en juego-, “showmans”, predicadores de lo único y exclusivo de sus trabajos, de sus saberes y de sus quehaceres y –en ocasiones- tan inaccesibles en sus empresas que la sola idea de que les necesitas les hace más fuertes.
 
Sin embargo el uso moderno del cinismo sugiere la definición de cinismo como la de una disposición a no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones y acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la burla y el sarcasmo.
 
Y eso, por desgracia, sucede en las organizaciones. Y lanzo la pregunta: ¿de qué sirve ser honrado si al final piensas que te vas a quedar en la calle igualmente? ¿De qué sirve intentar motivarse si sabes que las cosas no van a cambiar? ¿Acaso no es más fácil resignarse a la situación actual? Recientemente, escuché un testimonio en televisión de un caso más de un ciudadano que había perdido su casa por no poder pagar la hipoteca. El individuo en cuestión decía: “ya lo sabía yo, soy una víctima más de la crisis. Me quedé sin trabajo y sabía que en algún momento me tocaría. Ya no puedo hacer nada más que quedarme en la calle a vivir”. Resignación. Cinismo.
 
Esta es la otra crisis que vivimos. Una crisis que va más allá de una crisis financiera. Una crisis de valores (y no religiosos, precisamente). Cuando me refiero a valores, me refiero a valores propios de cada individuo. Nos cuesta cada vez más ser leales a nosotros mismos, a nuestros propios valores. Nos cuesta menos fallarnos a nosotros mismos, porque la crisis nos obliga a dejarnos llevar, nos obliga a aceptar situaciones que –de otro modo- quizás no hubiéramos aceptado. Recientemente, he vivido una situación empresarial en la que un compañero ha delatado a otro alegando que si no le delataba el que salía perdiendo era él. Quizás la pregunta clave sea si lo hubiera hecho de no sentirse amenazado. Lo más increíble es que le trataba como si fueran a ser amigos para siempre.
 
La crisis –desde mi punto de vista- potencia estos comportamientos y, me explico: vivimos en una sociedad que, sin lugar a dudas es la sociedad del espectáculo. Tomemos un ejemplo reciente: Belén Esteban (hasta ahora conocida por todos por ser la exmujer de un conocido torero), en menos de tres meses ha pasado a ser una de las más firmes candidatas ¡a la presidencia del gobierno!
 
La pregunta es si sirve o no el ser cínico.
Y es que, como decía Groucho Marx: “Tengo unos principios, pero si quiere tengo otros”.
 

 


[1] http://www.ine.es/daco/daco42/daco4211/epa0310.pdf



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